1. Limpia tus artículos un paño suave y seco para retirar el polvo y la suciedad superficial. Si es necesario, humedece ligeramente el paño con agua tibia (nunca empapado) y evita usar productos de limpieza agresivos o detergentes que puedan dañar la piel.
2. Hidrata la piel cada 2-3 meses con un acondicionador específico para mantener su flexibilidad y prevenir grietas.
3. Protege los artículos aplicando un repelente al agua para cuero y, si se mojan, sécalos de inmediato con un paño absorbente sin frotar, evitando fuentes de calor directo.
4. Almacena tus piezas en un lugar fresco, seco y alejado de la luz solar y evita superficies rugosas y protégelos de arañazos.
5. Para manchas, seca rápidamente los líquidos y aplica talco o maicena en caso de grasa. Manchas complejas, como tinta, deben ser tratadas por un profesional.